Mareta Iriarte en la Carrera «Cuna de la Legión» en Ceuta

Hola a tod@s.

Quería compartir esta maravillosa aventura en la que me embarcó mi querida Nel Fernández para correr… ¡la III Carrera Cívico Militar «Cuna de la Legión»! Nada menos que 50 km de carrera.

Durante la semana anterior a la prueba María de la Guía Hilario, Juana Plaza y la espía tri se encargaron de ponerme como un flan contando los días que me faltaban para la prueba… tic tac tic tac.

Así llegamos al viernes previo al fin de semana de la carrera. Allí estaba a la puerta de mi casa Nel y el señor Pepe a dejar a su niña, recogimos a mi Nacho (como dice Guía) y pusimos rumbo al sur.

Un viaje en ferry para soltar nervios

El viaje en ferry fue de lo más divertido. No faltaron las escenas entre nosotros haciendo el Titanic y demás tonterías para que no se notaran los nervios. Un par de cervecitas durante la cena y al lío. A descansar y preparar todo para la prueba.

Hice y deshice la mochila como 100 veces. ¡La culpa es de Nel y sus listas! Llegamos a Ceuta, nos alojamos y fuimos a la salida de la prueba. Toque de tambores legionarios, Viva España, Viva la Legión, preparados, listos… ¡y a correr!

El día pintaba bueno, nubes, sol,… algún chubasquillo y ahí estábamos los tres con un subidón de flipar.

Los primeros veinte km disfrutando: ¡qué bonita es Ceuta!, monte, playa, acordándonos de todos vosotros. Llegamos a las murallas de nuevo, los de veinte a meta, los demás curar pies y vuelta al trote. Subidón: ¡vas bien, venga Maretix, que no se diga!

No fue del todo fácil

De repente el viento huracanado, la lluvia… ¿o ya nos habíamos empapado de sudor antes y no me di cuenta hasta ese momento? Lo peor empezaba ahora: polígono, rampa, mi querida Pepito Grillo sin callar: «¡Venga, vamos! ¿Vas bien?» Sí, sí, pero ya iba empezando a decaer.

Saque los palos y sin darme cuenta… ¡ya estaba en el 35! Esto está hecho (infeliz de mi).

Allí estaban ellos los Legionarios, los mejores: «¡Venga chicas, vais como motos, qué ritmo , valientes!» Y subidón de nuevo. Cada 5 km animando, a cada paso una palabra de aliento y una marcha a tope para animar y también algo de plátano.

– ¡Venga Mareta, tienes que comer!
– ¡Que no, Nel, que voy a vomitar!

Otra rampa interminable. Vamos, vamos, kilómetro 40. En nada llega el 43 pero entonces suena mi móvil. ¿Perdona? ¿Mis hijos? ¿Algo ha pasado? Nooooo, sólo era mi querida Cristina Ancillo y su maravillosa familia: «¡Venga, vamos , que lo tienes hecho!» Qué grandes sois.

Y así, sin darme cuenta, ya estaba en el 45. Ya Nel no se atrevía a decirme que trotara un poco, la última vez la había insultado, ja ja ja.

El último avituallamiento lo pasé de largo. Nacho gritándome que parara si no podía, pero si paro no sigo. Estaba empapada, la lluvia y el viento me tiraban. No pienses Mareta, sólo anda como sea.

La llegada a meta

Un nudo en la garganta, las lágrimas empiezan a salir. Nel a un lado, Nacho al otro: «¡Venga que estamos!»

La música, las murallas, los Legionarios al fondo (casi todo chicas, por cierto): «¡Venga, corre, no entres andando, tía, eso no!» Y sin más crucé la meta: 52 km a la saca.

Llorando como una niña. Abrazada a mis dos grandísimos compañeros: el de mi vida y mi querida Nel. Un recuerdo durante toda la carrera a mi querido Borja, te eché de menos MUCHO pero fuiste muchas horas a mi lado.  Otro a todos vosotros Vitalrunners, tantos entrenamientos compartidos. Gracias Sonia Bejarano por tus consejos.

Y con el subidón, a pensar en la siguiente.

Un beso a todos.

QUIERO SER VITALRUNNER